Una de las tantas cosas que me gusta de mi trabajo como fotógrafo, es que comparto los mejores momentos de la vida de mucha gente. Algún día sé que tendré que fotografiar la tristeza, pero hoy por hoy, ese no es el caso.
Ya he mencionado que los sábados por la tarde, el centro de la ciudad se cuece aparte. La pequeña área del Palacio de Gobierno y los jardines del Ichicult (CIDECH), son una fiesta de sonrisas y color.
Entre quinceañeras, la ilusión y la felicidad se desbordan por doquier.
Puede que suene cursi, pero sólo de ver la mirada de una quinceañera durante su sesión de fotos, es suficiente para convencerte de que no importa qué ocurra, éste mundo es simplemente más hermoso de lo que estamos dispuestos a aceptar.
Son los primeros quince años de vida, un momento único, un momento para atesorar por el resto de la existencia.
No importa qué tan bonito sea el vestido, su sonrisa es más bella aún. No importa qué tan radiante brille el sol, su mirada es mucho más deslumbrante.
Si no has estado por ahí un sábado por la tarde, deberías ir, porque es el día y la hora en que algunos ángeles bajan del cielo y se pasean entre nosotros.