Los Vivancos……y lo que la lluvia se llevó.
Tláloc no tiene palabra de honor. Tras 30 minutos de vibrante espectáculo, simplemente decidió que ya era suficiente… la ligera llovizna se convirtió en lluvia y obligó a la cancelación del espectáculo.
Pero 30 minutos bastaron.
Desde temprana hora la gente se arremolinaba en Plaza Mayor. Mujeres, muchísimas mujeres.
Con una plaza a reventar, la testosterona del escenario, el estrógeno de las presentes y la adrenalina resultante de tan explosiva combinación, la magia se apoderó de Plaza Mayor.
No son sólo unos mozos guapos y bien plantaos. Son realmente talentosos. No hacen playback con sus instrumentos musicales. De verdad saben tocarlos y de prueba están los ensayos durante el sound check. Y si de bailar se trata, ¡joder, pero qué bien bailan éstos tíos!….se les notan los años de disciplina y baile en los tablaos.
Un festín para las pupilas femeninas, pero también un festín para el ojo de un fotógrafo. La estética, la expresión facial, el lenguaje corporal, el vestuario, el talento y la música se subliman en una danza hipnótica, un flamenco igualmente artístico que atlético.
Y es que el flamenco debe ser así, apasionado, intenso y siempre bien acompañado del sonido del canto hondo, mezcla de exóticas tesituras vocales. Y ni qué decir de los cajones y guitarras, que con las percusiones y el vibrar de las cuerdas se completa la estampa.
Puedo jurar que muchas mujeres perdieron la noción del tiempo, otras parte de su conciencia, algunas hasta la dignidad y sabe Dios qué cosas más. Pero es que sólo era cuestión de mirar hacia atrás y ver todos esos cientos de rostros en total fascinación.
Sólo puedo decir que nunca tantas mujeres han gritado tantos lascivos piropos a tan pocos hombres.
Lo único que pudo enfriar el ánimo de las féminas, fue la lluvia, que si no….
Una experiencia muy ibérica, fusión de flamenco y danza moderna. Una noche que muchas mujeres nunca olvidarán…y eso que el show no llegó al anhelado momento de los torsos al desnudo.
Y sólo duró 30 minutos.