El recorrido apenas si se extiende por un par de kilómetros o menos, pero es en pleno centro de la ciudad. Desde Plaza Mayor hasta el Auditorio Municipal, ambos lados de la calle lucen a reventar de gente.
Este año, el tema implícito del desfile fué la Paz, que tanto necesitamos en esta ciudad. Desde palomas hasta uniformes blancos, desde pancartas hasta gritos abiertos, desde vestidos de luto a contingentes que marchan en silencio, pero todos, fuera y dentro del desfile, pedimos la Paz.
Pero también hay mucho color y alegría, coloridos vestidos al viento, vistosos bailes a ritmo de polka o de reggaetón, globos de colores, bandas de música, desplantes atléticos y toda clase de accesorios, desde sombreros hasta abanicos, desde collares hasta pintura en la cara.
La gente se entrega fácil a los jóvenes que desfilan y ellos agradecen con sonrisas. Las porras y aplausos llueven al igual que miles de papelitos tricolores.
Por más de una hora, nos olvidamos de todo para estar juntos, disfrutar y sonreír. Y es que no hay nada mejor en el mundo que la sonrisa de miles de personas al mismo tiempo.
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