Ojalá tuviera el don de la ubicuidad, pero eso sólo las deidades pueden ostentarla. Poder estar en dos lugares a la vez sería genial en una noche como ésta. 12 de Octubre del 2009, la noche del Tricentenario de la ciudad.
Mientras que la Estudiantina de la Universidad de Guanajuato se pasea por las calles Libertad y Victoria del Centro Histórico de la ciudad, el grupo de danza de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca está sobre el escenario, a un lado de Catedral, sobre la calle Libertad.
Tuve que elegir a uno de los dos. Oaxaca fue mi elección. Guanajuato ya tendrá su momento, en algún momento.
La estampa oaxaqueña difícilmente puede ser mejor: La Guelaguetza. El muestrario de bailes regionales de los diferentes grupos étnicos de Oaxaca embellece a la Catedral y a la tarde misma. A nadie nos importó un cacahuate la pertinaz lluvia que caía sobre nosotros. Nadie se movió de sus asientos. A nadie le importó empaparse. Mientras ellos siguieran bailando, nosotros seguiríamos en nuestros lugares viendo el espectáculo.
La única lluvia que nos importaba, era la de las frutas, que de acuerdo a la costumbre, al finalizar cada muestra étnica, el producto de la madre tierra es compartido con el público. Ésta vez, en la forma de naranjas y plátanos. Desde el escenario, la lluvia naranja y amarilla era la única que levantaba al público de sus asientos, en medio de una alegre algarabía que ni siquiera el cielo gris podía opacar. Menos mal que no lanzaron las piñas que fueron parte de uno de los bailes.
Sobre el escenario, el colorido de los vestidos y las sonrisas en los rostros nos mantuvieron en estado de contemplación. Piel morena contrastando con el brillo de las miradas, cuerpos bajitos contrastando con la grandeza del orgullo. Rasgos indígenas de singular belleza. Queríamos más, pero la noche aún tenía más sorpresas.
La ubicuidad me sigue haciendo falta…..
Mientras que Mexicanto, el dúo conformado por los talentosos trovadores David Filio y Sergio Félix se presenta en el atrio a los pies de la Catedral Metropolitana, a algunas calles de distancia Chihuahua Saga 3 inicia. Tuve que elegir a uno de los dos. Chihuahua Saga fue mi elección. Mexicanto ya tendrá su momento, en algún momento.
La tercera puesta en escena de Chihuahua Saga ahora ilumina el rostro de cantera de una joya de la ciudad: el Palacio de Gobierno. Ha dejado de llover desde hace un buen rato ya, lo que permite disfrutar el nuevo espectáculo de luz de Xavier de Richemont para nuestra ciudad.
El nutrido grupo de personalidades de los más altos niveles de los gobiernos federal, estatal y municipal se han reunido para ver el espectáculo. Los demás mortales debemos esperar tras las vallas y la seguridad militar. Pero es tan grande la fachada del Palacio de Gobierno, que el espectáculo es perfectamente visible a mucha distancia ya que la zona ha sido dejada en la penumbra para apreciarlo en toda su magnitud.
Tan espectacular que le dedicaré su propio post posteriormente.
Ahora deberé caminar de nuevo hasta la Catedral Metropolitana, ya que Chihuahua Saga 1 ha iniciado como antesala para el concierto del tenor Fernando de la Mora, acompañado de mariachis en el atrio de Catedral. Ahí, bajo la fachada de cantera, la primera dama de la nación dirige algunas palabras para la ciudad y sus habitantes en su cumpleaños 300.
Luego, el concierto que cierra con broche de oro una noche de festejos. Ya no hay lluvia, sólo un imponente cielo rojizo debido al brillo de las luces de la ciudad reflejadas en las nubes bajas tan típicas de los otoños e inviernos de nuestra ciudad.
El antiguo Real de Minas de San Francisco de Cuellar se ha transformado en la bella ciudad de Chihuahua. Y como el buen vino, mientras más vieja, mejor.
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