Es ya tarde por la noche. Estoy sentado en la banqueta, bajo la escalinata de Casa Chihuahua. Detrás de mí, cual graderío, la amplia escalinata está a reventar de espectadores cómodamente sentados. Todos miramos la fachada norte del Palacio de Gobierno. El espectáculo de luz y sonido Chihuahua Saga 3 no deja de sorprendernos.
Nuevamente el escenógrafo francés Xavier de Richemont ha creado un espectáculo para nuestra ciudad. Chihuahua Saga 1 y Chihuahua Saga 2 han sido legendarios.
La historia de la ciudad y su íntima relación con los movimientos de Independencia y la Revolución, pasan ante nuestros ojos en forma de pinceladas de luz sobre cantera. Colores y personajes nos transportan a la historia, nuestra propia historia.
Mientras veo de nueva cuenta el espectáculo, viene a mi mente algo del pasado.
Años atrás, cuando trabajaba para la industria maquiladora, un alto ejecutivo estadounidense de visita en nuestra ciudad le preguntó a uno de mis compañeros de trabajo qué lugares de la ciudad eran de interés histórico y turístico. La respuesta de mi compañero fue: “bueno, en esta ciudad en realidad no hay nada que ver, de no ser por algunos buenos bares y centros nocturnos”….
No dije nada en ese momento, porque ante un ignorante, lo más sensato es guardar silencio.
Después hablé con el distinguido visitante para recomendarle algunos lugares históricos de la ciudad. No solo le agradó saber cuánta historia hay en estas inhóspitas tierras norteñas, sino que me designó guía turístico e intérprete oficial durante los días que duró su visita.
De muy joven, tuve la oportunidad de trabajar un par de veranos en el Servicio Meteorológico del Gobierno del Estado, cuyas oficinas se encontraban en la azotea del Palacio de Gobierno, lugar ideal para el emplazamiento de toda clase de instrumentos de medición meteorológica.
Entre higrómetros, barómetros y anemómetros, una de mis labores era actualizar el mapa meteorológico del Estado de Chihuahua y recibir los reportes que dos veces al día llegaban de los más recónditos poblados del Estado.
En aquéllos días, los reportes llegaban vía telegráfica y yo debía recogerlos en las oficinas de Telégrafos Nacionales ubicadas en el Palacio Federal, hoy Casa Chihuahua. Eso me permitió conocer las entrañas de dos de las más preciadas joyas históricas y arquitectónicas de la ciudad: El Palacio de Gobierno y el Palacio Federal.
Hacia principios del siglo XVIII, en los terrenos que hoy ocupa el Palacio de Gobierno, se erigía la Escuela de Loreto, construida por los Padres misioneros Jesuitas. A finales de ese siglo, el edificio fue designado como hospital militar, el Hospital Real.
A mediados del siglo XIX, el edificio pasó a ser propiedad de la nación durante el gobierno del presidente Benito Juárez. A finales del mismo siglo, el legendario gobernador de Chihuahua, Luis Terrazas, ordenó la construcción de lo que hoy es el Palacio de Gobierno.
A mediados del siglo XX, se le agregó un tercer piso al edifico de dos plantas, luego que un incendio lo arrasara y se perdiera gran parte del acervo histórico del Estado y la Ciudad.
La historia de estas tierras chihuahuenses está plasmada en las paredes interiores del Palacio de Gobierno, gracias a los murales de Aarón Piña Mora, que describen gráficamente los hechos históricos desde los tiempos de las colonización española y el mestizaje resultante hasta la Revolución Mexicana.
Y es que la Ciudad de Chihuahua es, entre otras cosas, el lugar donde murió fusilado Miguel Hidalgo y Costilla, padre de la Independencia de México. En el Palacio de Gobierno se encuentra el Altar a la Patria, en el lugar exacto en el que fue fusilado Miguel Hidalgo. También el calabozo donde estuvo preso se encuentra dentro de sus paredes.
Fue también la capital de la República durante los días de la invasión francesa, que trajo hasta estas tierras al entonces presidente Benito Juárez.
El Estado de Chihuahua es la cuna de la Revolución Mexicana, siendo el poblado de Cuchillo Parado donde se registra el primer levantamiento armado de la gesta revolucionaria.
Fue también la tierra donde Pancho Villa y la legendaria División del Norte sentaron sus reales hasta la muerte de Villa en la ciudad de Parral.
En el Palacio se encuentra el salón 25 de Marzo, en cuyo exterior se encuentra la imágen tallada de una campana rota, ya que el 25 de Marzo de 1866, las tropas invasoras francesas se atrincheraron en la Catedral de la ciudad. Los artilleros republicanos obligaron a la rendición francesa tras disparar una descarga de cañón con tal puntería, que la bala dió justo en una de las campanas de la Catedral sin dañar en absoluto la torre.
Luego hay quien se atreve a decir que en Chihuahua no hay nada histórico qué ver. Perdónalos Dios mío, porque no saben lo que dicen….
En ésta noche, que junto a cientos de chihuahuenses más me encuentro a los pies de la fachada de cantera, no dejo de pensar en las vueltas que da la vida. De muy joven, prácticamente adolescente, mis primeras experiencias laborales fueron en el Palacio de Gobierno. Y hoy en día, después de muchos años en la industria, he vuelto a trabajar en el mismo lugar, ya que es uno de los lugares favoritos de los novios locales para hacer fotografía de bodas.
La vida es sin duda, un eterno conjunto de ciclos.
Nuevamente el escenógrafo francés Xavier de Richemont ha creado un espectáculo para nuestra ciudad. Chihuahua Saga 1 y Chihuahua Saga 2 han sido legendarios.
La historia de la ciudad y su íntima relación con los movimientos de Independencia y la Revolución, pasan ante nuestros ojos en forma de pinceladas de luz sobre cantera. Colores y personajes nos transportan a la historia, nuestra propia historia.
Mientras veo de nueva cuenta el espectáculo, viene a mi mente algo del pasado.
Años atrás, cuando trabajaba para la industria maquiladora, un alto ejecutivo estadounidense de visita en nuestra ciudad le preguntó a uno de mis compañeros de trabajo qué lugares de la ciudad eran de interés histórico y turístico. La respuesta de mi compañero fue: “bueno, en esta ciudad en realidad no hay nada que ver, de no ser por algunos buenos bares y centros nocturnos”….
No dije nada en ese momento, porque ante un ignorante, lo más sensato es guardar silencio.
Después hablé con el distinguido visitante para recomendarle algunos lugares históricos de la ciudad. No solo le agradó saber cuánta historia hay en estas inhóspitas tierras norteñas, sino que me designó guía turístico e intérprete oficial durante los días que duró su visita.
De muy joven, tuve la oportunidad de trabajar un par de veranos en el Servicio Meteorológico del Gobierno del Estado, cuyas oficinas se encontraban en la azotea del Palacio de Gobierno, lugar ideal para el emplazamiento de toda clase de instrumentos de medición meteorológica.
Entre higrómetros, barómetros y anemómetros, una de mis labores era actualizar el mapa meteorológico del Estado de Chihuahua y recibir los reportes que dos veces al día llegaban de los más recónditos poblados del Estado.
En aquéllos días, los reportes llegaban vía telegráfica y yo debía recogerlos en las oficinas de Telégrafos Nacionales ubicadas en el Palacio Federal, hoy Casa Chihuahua. Eso me permitió conocer las entrañas de dos de las más preciadas joyas históricas y arquitectónicas de la ciudad: El Palacio de Gobierno y el Palacio Federal.
Hacia principios del siglo XVIII, en los terrenos que hoy ocupa el Palacio de Gobierno, se erigía la Escuela de Loreto, construida por los Padres misioneros Jesuitas. A finales de ese siglo, el edificio fue designado como hospital militar, el Hospital Real.
A mediados del siglo XIX, el edificio pasó a ser propiedad de la nación durante el gobierno del presidente Benito Juárez. A finales del mismo siglo, el legendario gobernador de Chihuahua, Luis Terrazas, ordenó la construcción de lo que hoy es el Palacio de Gobierno.
A mediados del siglo XX, se le agregó un tercer piso al edifico de dos plantas, luego que un incendio lo arrasara y se perdiera gran parte del acervo histórico del Estado y la Ciudad.
La historia de estas tierras chihuahuenses está plasmada en las paredes interiores del Palacio de Gobierno, gracias a los murales de Aarón Piña Mora, que describen gráficamente los hechos históricos desde los tiempos de las colonización española y el mestizaje resultante hasta la Revolución Mexicana.
Y es que la Ciudad de Chihuahua es, entre otras cosas, el lugar donde murió fusilado Miguel Hidalgo y Costilla, padre de la Independencia de México. En el Palacio de Gobierno se encuentra el Altar a la Patria, en el lugar exacto en el que fue fusilado Miguel Hidalgo. También el calabozo donde estuvo preso se encuentra dentro de sus paredes.
Fue también la capital de la República durante los días de la invasión francesa, que trajo hasta estas tierras al entonces presidente Benito Juárez.
El Estado de Chihuahua es la cuna de la Revolución Mexicana, siendo el poblado de Cuchillo Parado donde se registra el primer levantamiento armado de la gesta revolucionaria.
Fue también la tierra donde Pancho Villa y la legendaria División del Norte sentaron sus reales hasta la muerte de Villa en la ciudad de Parral.
En el Palacio se encuentra el salón 25 de Marzo, en cuyo exterior se encuentra la imágen tallada de una campana rota, ya que el 25 de Marzo de 1866, las tropas invasoras francesas se atrincheraron en la Catedral de la ciudad. Los artilleros republicanos obligaron a la rendición francesa tras disparar una descarga de cañón con tal puntería, que la bala dió justo en una de las campanas de la Catedral sin dañar en absoluto la torre.
Luego hay quien se atreve a decir que en Chihuahua no hay nada histórico qué ver. Perdónalos Dios mío, porque no saben lo que dicen….
En ésta noche, que junto a cientos de chihuahuenses más me encuentro a los pies de la fachada de cantera, no dejo de pensar en las vueltas que da la vida. De muy joven, prácticamente adolescente, mis primeras experiencias laborales fueron en el Palacio de Gobierno. Y hoy en día, después de muchos años en la industria, he vuelto a trabajar en el mismo lugar, ya que es uno de los lugares favoritos de los novios locales para hacer fotografía de bodas.
La vida es sin duda, un eterno conjunto de ciclos.
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