La tarde es casi perfecta. El sol se ha ido ya y lo que queda de su luz forma un lienzo azul grisáceo contra el que se dibujan las oscuras siluetas de las nubes, que en momentos amenazan con lluvia y en momentos sólo están ahí para decorar el cielo y alegrarnos la vista.
Sobre el centro de Plaza Mayor, una pequeña área cuadrada está delimitada por vallas metálicas. Dentro del área, cuatro extrañas estructuras se proyectan hacia el cielo. Son cuatro pértigas que se alzan hasta unos 4 metros de altura. Cada pértiga tiene una base en forma de X. En cada uno de los cuatro extremos de la X, hay un reflector apuntando al cielo.
No es siquiera posible imaginar lo qué vendrá minutos más tarde.
Hoy, la función empieza una hora más temprano, sin embargo, la plaza luce casi llena.
Por fin el espectáculo da inicio. Como en un circo, los 4 integrantes del grupo entran a la plaza con exagerados maquillajes y divertidas vestimentas, muy a la usanza de los mimos de alta escuela.
Saludan a la multitud y gesticulan. Su maquillaje acentúa aún más su ya de por sí exagerado lenguaje corporal.
Poco a poco, cada uno de ellos asciende ágilmente a las alturas de su respectiva pértiga. Ellos, sólo se sujetan a sus arneses de seguridad. Ellas, en un alarde de equilibrio, no sólo hacen lo mismo, sino que además se ponen largos y coloridos vestidos.
Luego, lo mejor. Poco a poco y al unísono, empiezan a balancearse en un movimiento pendular. Las pértigas se curvan cada vez más. El lento balanceo es ahora una coreografía calculada con absoluta precisión. Primero el movimiento pendular es en una sola dirección. De pronto, se convierte en un ballet aéreo con trayectorias en todas las direcciones posibles.
Un ballet aéreo comparable únicamente con el balanceo de las espigas de trigo movidas por el viento. Pero no es sólo un ballet coreografiado. Es también una puesta en escena.
El espectáculo que estamos presenciando, es uno de varios en el repertorio de Strange Fruit. Su nombre: Swoon!. Strange Fruit es una compañía de arte multidisciplinario de Melbourne, Australia y se presenta con varios espectáculos alrededor del mundo desde hace 15 años.
Swoon! nos relata una pequeña historia en la que dos parejas presentan de manera muy cómica el eterno juego del amor, la conquista, los celos, el rompimiento y la tristeza en medio de una danza perfectamente coreografiada en la que las pértigas se doblan en arcos imposibles y con la ayuda de los arneses, los integrantes del grupo giran, se balancean y se doblan en ángulos impensables.
Pero la danza aérea no sería completa de no ser porque la música que la acompaña nos lleva desde las obras clásicas de Mozart hasta los contagiosos compases del Swing.
El asombro era general. Las expresiones de sorpresa, las carcajadas y los aplausos eran una constante. Más aún cuando una de las chicas logra un arco en su pértiga tan extremo, que es capaz de entregarle una flor en la mano a un afortunado caballero en primera fila.
El espectáculo termina y con la misma gracia que ha comenzado, los intergrantes del grupo bajan de nuevo a tierra firme, saludan, sonríen, posan para las cámaras y saltando y haciendo gestos y malabares, se pierden tras el escenario bajo una lluvia de aplausos.
Un espectáculo tan asombroso que si el mismísimo Sir Isaac Newton lo hubiera visto, hubiera formulado una ley más, porque ahora sabemos que la gravedad puede ser atrapada en una pértiga y ser manipulada a voluntad.