Sucedió hace ya un tiempo. Caminando por la calle Libertad, la ví sentada en la banqueta, pidiendo limosna. En un primer momento no hice mucho caso de su presencia. Sin embargo, metros más adelante, algo en mí no sólo me hizo voltear de nuevo, sino devolverme.
Su figura frágil era bastante conmovedora, no tanto por su evidente pobreza, sino por su mirada. Una mirada que a pesar de la miseria, era limpia, cálida y tímida a la vez. Y no estaba sola. No, la acompañaba un niño de apenas unos 3 o 4 años de edad.
Casi no hablaba español y por su vestimenta, era más que claro que venía del sur del país. De alguna de tantas etnias que dentro de nuestro propio país, califican perfectamente como refugiados. Refugiados porque tienen que huír de caciques, miseria, marginación y explotación lejos de su tierra, sólo para encontrar más caciques, miseria, marginación y explotación en otras tierras.
El pequeñín no sabía hacer otra cosa que reír, y es que a esa edad, cualquier cosa es divertida. No importa andar descalzo. No importa la suciedad en la carita o en la ropa. El mundo entero es un parque de diversiones.
Mientras que para algunos niños un Xbox y un iPod no son suficientes ni para sonreír, para otros, una lata de refresco vacía es suficiente para soñar.
Probablemente el niño jamás había visto a un Tigger, un Winnie Pooh o a un Mickey Mouse, pero también era fácil deducir que no los necesitaba en su vida. Una simple caricia de su madre era suficiente para ser felíz hoy, mañana y siempre. ¿Quién necesita de un personaje de fantasía cuando la mejor realidad es el amor de una madre?.
A veces no es fácil ser niño. No cuando no hay un padre a quien admirar y amar. No cuando sólo comes una vez al día, o a veces, cada tercer día. No cuando sólo tienes dos cambios de ropa, o a veces, sólo uno. No cuando tu cobija es el sol y tu techo es el rebozo de tu madre.
Hablé un poco con ellos, les dejé algo de dinero y seguí mi camino. Miré hacia atrás y aquél niño tenía aún cara de sorpresa….y seguía sonriendo.
Es fácil caer en los enredos de la mercadotecnia. Es fácil comprar un regalo. Es fácil pretender la felicidad de un niño dándole cosas, porque al darle algo, obviamente sonríe. Lo triste, es que esa es la visión del adulto, cuando lo que la gran mayoría de los niños, lo único que quiere, es amor.
Así de simple, así de increíblemente complicado de entender.
La ley de la vida indica que debemos crecer y forzosamente, debemos olvidarnos del niño que fuimos, como si fuera una muda de piel, una piel que se deshecha, que dejamos atrás, que se seca y se convierte en polvo.
Pero de cuando en cuando, debemos de volver a nuestras raíces, sonreír por nada y sorprendernos por todo. Pasear en bici, patear un balón, tomar una soda en bolsita de plástico, aplastar un Gansito dentro de su bolsa y sorberlo.
¡Felíz día del niño!, o mejor dicho, ¡felíz día para tí, cuando eras niño!.