viernes, 31 de octubre de 2008

La Marcha de las Catrinas

La muerte, es democrática, ya que a fin de cuentas, güera, morena, rica o pobre, toda la gente acaba siendo calavera. José Guadalupe Posada

Mientras el tráfico empieza a volverse un calvario en el centro de la Ciudad, la gente se arremolina frente a la Presidencia Municipal.



A poca distancia, frente a Catedral, un grupo de esbeltas y espigadas figuras son el centro de la atracción de cientos de miradas y decenas de cámaras fotográficas.



Con los colores al viento, las espigadas Catrinas se dejan querer y fotografiar. Los adultos no salen de su asombro y los niños menos. Después de ser fotografiadas hasta el cansancio, las estrellas de la tarde se dignan a caminar a través de la Plaza, para regocijo de propios y extraños.



Un año atrás, en el mismo lugar, la Catrina era sólo un gigantesco dibujo, hoy, no sólo ha cobrado vida, sino también color.


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En la Plaza de Armas siempre hay turistas, muchos de ellos extranjeros y hoy, han visto algo muy especial: la muy peculiar relación que tenemos con la muerte.

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Como si fueran fieles escoltas, decenas de niños y jóvenes, vestidos de negro y con máscaras de calavera rodean a las Catrinas y las acompañan a tomar el lugar de honor dentro del pequeño, pero bullicioso desfile.

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La multitud se congrega desde la Plaza de Armas a lo largo de la Avenida Independencia, en espera de tan singulares personajes.

Y el desfile comienza.

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La Catrina, es un personaje de nuestra cultura popular. Se trata de un esqueleto o calavera, vestida a la usanza de una mujer de la clase social alta de los tiempos del gobierno de Porfirio Díaz. Período de la historia de México caracterizado, entre otras cosas, por la miseria del pueblo y la opulencia de la forma de vida de la clase alta, así como por la influencia francesa en la moda, costumbres y hasta la arquitectura de aquéllos tiempos.



Conocido como el porfiriato, es un período de nuestra historia nacional, comprendido entre el último cuarto del siglo XIX hasta finales de la primera década del siglo XX. La Catrina, originalmente representaba una forma de crítica y burla hacia la clase alta del porfiriato. Hoy, es uno de los íconos más representativos de la cultura popular mexicana.



José Guadalupe Posada (1852-1913), dibujante, grabador e impresor, es el creador de La Catrina y de todo un estilo dentro de la artes plásticas de México cuyo protagonista principal es la muerte, en la forma de calaveras que actúan, visten, festejan y sufren como si fueran humanos.


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Esencialmente, las calaveras de Posada subliman la alegría, la tristeza y el diario vivir del pueblo mexicano en una forma muy sui generis de arte popular que igual clama justicia, llora las tragedias o goza las dichas del pueblo.


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Los mexicanos nos reímos de todo, de nosotros mismos, nuestras desgracias y hasta de la muerte. Es difícil explicar a quien no es mexicano, la esencia de nuestra cultura popular hacia la muerte, porque es muy compleja y porque simplemente es parte de la conciencia colectiva de cada mexicano. Simplemente estamos embebidos en ella.


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Si bien las Catrinas son parte de nuestra cultura, su presencia es especialmente difundida durante los días que anteceden al Día de Muertos. Calavera es también una forma literaria de verso muy popular en México, que narra de manera cómica y en sentido figurado, cómo la muerte viene y se lleva a la persona a quien se le dedica la Calavera.


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Pero toda ésta explicación es innecesaria e inútil ante los ojos de los niños, que situados a orillas de la calle, simplemente han entrado en un estado de fascinación, inmóviles, ojos muy abiertos y boquitas apenas menos abiertas que sus ojos.


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Muchos adultos ríen, otros no dejan de tomar fotos con su teléfono móvil. Otros detienen su caminar, voltean y simplemente no saben qué hacer, si reír, seguir caminando o quedarse, como que hacen un poco de todo a la vez, pero al fin se detienen.

Otros más, simplemente están sentados o de pie sobre la banqueta, degustando algún sabroso antojito mientras ven pasar a los huesudos personajes.



Parece un mal sueño o una buena pesadilla.



Tan surrealmente realista que capta nuestra imaginación. Impresiona y divierte, causa asombro y alegría.


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Su lento caminar las lleva hasta la explanada de El Palomar, donde centenares de niños y adultos les dan la bienvenida, enmedio de música popular y pan de muerto, de admiración y aplausos, de sonrisas y júbilo.

Un evento organizado por el Instituto de Cultura del Municipio, dentro de los festejos del Día de Muertos y de nuestro Tricentenario.


2 comentarios:

Srita. Diabla dijo...

que padres fotografias¡¡¡¡

Manuel Muñoz Aldana dijo...

Gracias Venus...Saludos!....