viernes, 10 de octubre de 2008

Emmanuel

Duodécimo día de eventos del 4to. Festival Internacional de la Ciudad de Chihuahua.

7:00 pm, una hora y media antes del inicio del concierto y las gradas ya están a reventar. No hay un sólo sitio disponible para ver el concierto que no sea de pie. Más temprano, yo mismo fuí hasta las primeras filas a preguntar desde qué horas había gente ahí: le respuesta me causó una mezcla de risa y sorpresa: 4 am.

A las 8 am ya no había un sólo lugar disponible en las primeras 10 filas.

Mientras busco un lugar, el sound check da inicio y nos da un claro panorama de lo que escucharemos más tarde. Me gusta en especial un arreglo a ritmo de batucada. Me gusta más todavía que los percusionistas improvisen un palomazo de Samba.

Es 1975, un año antes o después, no recuerdo con exactitud. Pero en las canchas del Parque Urueta, donde mis amigos y yo vivimos parte de la niñez y adolescencia, se presenta un muy joven cantante. Me parece un sacrilegio que la plataforma de un camión de carga, adaptada como escenario, haya sido estacionada sobre nuestra cancha de fútbol. Esa cancha de tantas glorias deportivas de la niñez y a la cual nos unen lazos de sangre, literalmente, ya que todos perdimos partes de nuestros codos, rodillas y traseros sobre esa áspera superficie.

Su nombre, muy parecido al mío, es el de alguien desconocido y en las canchas se reúne apenas un mediano número de personas, casi todos, deportistas que suspendimos nuestro esparcimiento favorito o vecinos que viven en los alrededores del parque, que han sido atraídos por la novedad del evento.

Aquélla fué una más de esas tardes sin pena ni gloria, pero anecdótica...vaya, un concierto a domicilio de un cantante desconocido. No nos quedó más remedio que esperar hasta el día siguiente para jugar fútbol de nuevo. Eso fué hace más de 30 años. Hoy, no es una más de esas tardes sin pena ni gloria. Hoy no se reúne un mediano número de personas, no.

Frente a mí, el Foro Tricentenario de El Palomar luce pantallas gigantes y un escenario a dos niveles. Fácilmente hay más de 10 mil personas entre el escenario y yo. A los lados y detrás de mí, otras 20 o 30 mil esperan con impaciencia. Unos platicando, otros comiendo cuanto alimento chatarra les pongan enfrente.

Las papas fritas y los algodones de azúcar casi enfrentan su extinción total. El agua embotellada y el refresco de cola corren la misma suerte. El aire huele por momentos a carne asada, por momentos a elotes con mantequilla, por momentos a salsa con limón.

Muchos hablan por teléfono móvil mientras hacen señas intentando que familiares o amigos que están entre el público los vean. Otros se toman fotos con la cámara de sus teléfonos, con esa pose extraña que infesta las fotos de Facebook y Hi5, la clásica foto auto-tomada de arriba hacia abajo.

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Miles de conversaciones se cruzan. Tan sólo poniendo un poco de atención, escucho conversaciones de enfermedades padecidas por fulanito, el problema de trabajo con el jefe de zutanito y el problema para encontrar estacionamiento de manganito, la matanza que hubo en no sé dónde. Nadie cuenta nada felíz, todo y todos son problemas y enfermedades. ¿En qué mundo vivimos?...mejor que se acabe ya o que a las 12 de la noche se convierta en calabaza. Da lo mismo.

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Pero de pronto escucho una excepción, una conversación muy divertida, pero impropia para reproducirla aquí. Ya saben, los jóvenes y sus safaris nocturnos. Y no, la conversación no provenía de un varoncito presumido, sino de una damita muy precoz. Al menos, parecía haber alguien muy felíz enmedio de ese mar de problemas y enfermedades. ¡El mundo aún tiene esperanzas!.

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Y por fin se llega la hora, el escenario se ilumina tímidamente, para luego explotar en un despliegue excelentemente producido de música y multimedia. Luz, mucha luz y mucho más color dándole una atmósfera retrofuturista a Detenedla Ya.

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Emmanuel pone de pie en un par de segundos a los 20 o 30 mil que estábamos sentados y los otros 20 30 mil que estaban parados, pues no sé qué hicieron porque ya estaban de pie.

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Entre incansables gritos y piropos de las damas maduritas presentes, el show continuó con muchas de aquéllas canciones que todos recordamos, Es Mi Mujer, Pobre Diablo, El Día Que Puedas, Seguía Lloviendo Afuera y otras más. A medio show, Emmanuel presentó a su hijo, Alexander Acha para cantar a dúo la canción Solo. Y esta vez las que gritaron fueron las jovencitas presentes.

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Y siguó la lluvia de éxitos, Chica De Humo, La Última Luna, Todo Se Derrumbó y cerró con la melodía que escuchamos durante el sound check, Corazón de Melao a ritmo de batucada.

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Dicen los que saben que asistimos 60 mil personas al concierto. No sé que tan cierta sea la cifra, pero no tengo dudas de que fué una cantidad muy aproximada. Pocas veces vemos conciertos de éste tipo, con pirotecnia, multimedia y gratis.

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Emmanuel sigue vigente, ha sobrevivido a la prueba del tiempo. Ni olvidado ni obsoleto. Y si alguien piensa que es una reliquia de los 80´s, anoche, ese concepto quedó sepultado bajo los pies que bailaron y las voces que cantaron de 60 mil personas.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

pues me parecio muy padre el blog de este dia yo tambien asisti a ese concierto y creo que tmb vivi una parte de mi niñez en el parque urueta jeje claro algunos años despues que tu,pero pues andaba buscando en internet sobre el concierto para ver si encontraba algo sobre el chico este que le entrego el anillo a la novia ya sabes uno que anda de metichona y ps la neta se me hizo un detalle muy padre y me emociono demás,ya sabes el amor y esas cosas jejeje pues padrrisimas las fotos volviendo al concierto... excelente sonido todo estuvo genial y pues la vdd yo tmb esperaba ver pura gente oldie y yo de joven pero me kede con la boda abierta cuando vi que miles de chicos de mi edad e incluso mas jovenes se sabian esas canciones que yo me se por mi amada madre que es fan de ese señor que por cierto esta guapisimo
bueno pues ya alargue mucho esto pero ps igual no tenia mas que hacer el famoso metroflog no me dejo firmar metros asi que te toco la de perder... jejeje
pues sin mas me despido
cuidate

Manuel Muñoz Aldana dijo...

Pues sí que fué buen detalle entregar el anillo delante de 30 mil personas. Muy buen concierto y gracias por pasar a visitar el blog.
Saludos.